Este viaje, plaqueta que reúne en un solo trabajo al poeta Domingo de Ramos y al pintor Sylvain Mâlet, es una propuesta de colaboración artística que nace de la amistad, del aprecio por las respectivas obras y de la experiencia compleja, constantemente renovada, de la ciudad de Lima que queda plasmada en sus páginas.
La poesía de Domingo de Ramos, tan arraigada al mundo de lo popular urbano, al caos físico y cultural de una ciudad como Lima, volcada a expresar esa angustia y esquizofrenia de los habitantes más marginados social y culturalmente, entra en confluencia con el trabajo plástico que desde hace más de 15 años viene desarrollando Mâlet al poner en cuestión la realidad del mundo actual a través de una pintura que se centra en símbolos y mitos antiguos y contemporáneos, que emergen travestidos en el mundo actual proponiendo una reflexión sobre la existencia real del hombre.
Aunque en ambos artistas la denuncia, la revelación o el cuestionamiento están presentes como parte fundamental de la obra, ninguno de los dos se entrega a lo que tan acertadamente José Antonio Mazzotti llama ese: “discurso retorizado que a veces acompaña la lucha por sus reivindicaciones.” Más bien, como señala el mismo crítico comentando la obra de De Ramos, este poeta: “resulta marginal incluso dentro de los universos populares de los que sale y entra sin lograr encajar plenamente en ninguno de ellos.”
Estos rasgos que apuntan a describir un discurso no panfletario son característicos, a su manera, de la obra de Mâlet. Ambos artistas plantean una singular construcción poética y pictórica que se preserva en un alto nivel artístico porque no se doblega a otra cosa que no sea la ley que rige el propio arte, a una estética personal, hecho que determina la resistencia de estas obras a ser clasificadas de forma convencional.
El poema, hasta ahora inédito, de Domingo de Ramos que da título a la plaquette, nos conduce a uno de los viajes más complejos de declarar. Lejos de las Ítacas necesarias de Cavafis o los viajes al interior de uno mismo de Paz, el viaje que se nos presenta aquí es hacia la conciencia del sinsentido de la existencia, a la realidad material que tampoco importa porque, como dice el poema, “los hígados vuelan en una siniestra fugacidad”, porque “la música está muda desde dentro”, lo que significa desde el interior del poeta, pero también desde siempre, desde el comienzo de la humanidad, del mundo.
La angustia de esta conciencia revela la alteridad del ser humano, que De Ramos expresa forzando el idioma hasta crear el término exacto, recurso frecuentísimo en un poeta constructor de la palabra, como lo fue también el gran Vallejo. Por ello De Ramos dice:
“Este inconocido que avanza paralelamente con la niebla pelo huracanado Brazo triste.”
Los desplazamientos conceptuales a través de las comparaciones inverosímiles producen en el texto justamente el resultado contrario, crean la verosimilitud, hacen más real y fidedigna la angustia existencial, el nihilismo que se expresa en la comparación hablar a Dios como hablarle a un bolero, decirle:
“Ayúdame Sé cruel Sé náufrago”
Este viaje se nos adelanta porque nos interpela desde un lugar que es otro sitio, donde está el poeta cuando escribe y renueva la experiencia, ese punto de inflexión que a cada uno nos toca o nos tocará en algún momento de la propia existencia.
El aguafuerte de Mâlet es el retrato del poeta en todos los sentidos, desde los trazos de su propia escritura, que están vertidos también al aguafuerte, hasta el cuadro casi áulico donde aparece De Ramos ante el fondo del mapa de Lima antigua, amurallada, Lima mítica, ciudad amada y combatida, asediada y acariciada, omnipresente en la obra del poeta, ciudad que fascina al pintor.
El atuendo de general San Martín con el que Mâlet viste al poeta es un homenaje y una sátira, un barroco galardón al que se suman otros compañeros de viaje: unas manos picassianas, símbolo de la amistad en las artes; un rudimentario mecanismo de relojería, obsoleto, que acompasa este viaje sin brújula que es cada existencia; un migrante andino que, en la obra general de De Ramos, es el doble y el héroe; y una Venus desnuda, siempre de pie, entre las cenizas de todas las Altamiras de su vida. Como los antiguos cuadros del Renacimiento, cada detalle lleva detrás una historia, imágenes también para ser leídas, pero cifras siempre, renovándose frente al misterio de la creación.